¡Cuidado,
peligro!
Volved a
aquel contra quien se rebelaron profundamente los hijos de Israel.
Isaías 31:6
– Lot, habitante
de Sodoma, era un hombre influyente en esa ciudad depravada. Como sabía que
Dios no aprobaba los actos perversos y contrarios a la naturaleza cometidos en
ese lugar, “afligía cada día su alma justa” (2 Pedro 2:8) debido a lo que veía
y oía. Sin embargo permanecía allí. Dos ángeles tuvieron que escoltarlo y
sacarlo de la ciudad, para que el juicio no lo alcanzara (véase Génesis 19).
– David, perseguido
por el rey Saúl, huyó y se refugió junto al rey Aquis, un enemigo del pueblo de
Dios. Pero cuando los siervos de Aquis lo reconocieron, David temió por su
vida. Fingió estar loco (1 Samuel 21:13), y luego, para vergüenza suya, tuvo
que escaparse de allí.
– Jonás, en vez de
obedecer la orden de Dios e ir a Nínive, huyó en un navío que iba en dirección
contraria, a Tarsis. Dios, el Todopoderoso, envió una tempestad que atemorizó a
todos los marineros. Como Jonás había reconocido ser la causa de aquella
tempestad, lo lanzaron al mar. Allí un gran pez se lo tragó, y al cabo de tres
días y tres noches, por orden de su Creador, el pez vomitó a Jonás en la
tierra.
– Pedro, discípulo
de Jesús, se estaba calentando al fuego junto a los enemigos de su Maestro.
Cuando le preguntaron sobre su relación con Jesús, tres veces dijo que no lo
conocía (Marcos 14:66-72).
Un creyente
no puede ser feliz ni agradar a Dios cuando su conducta es opuesta a la
voluntad de Dios. ¡Pero siempre se puede dar media vuelta! “Convertíos (den
media vuelta) a mí con todo vuestro corazón... Convertíos al Señor vuestro
Dios; porque misericordioso es y clemente” (Joel 2:12-13).
Jeremías 41
- 1 Corintios 15:1-28 - Salmo 104:19-26 - Proverbios 22:29