Del ocultismo a la verdad
No sea
hallado en ti... quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni
hechicero, ni encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos.
Deuteronomio 18:10-11
Os
convertisteis de los ídolos a Dios, para servir al Dios vivo y verdadero.
1 Tes. 1:9
Esta
es una historia de ocultismo el cual es: «Desde que yo tenía diez años, mi
abuela paterna me enseñó, no a orar antes de ir a dormir, sino a predecir el
futuro a partir de las cartas, es decir, a practicar la videncia. Hoy puedo
decir que es una trampa diabólica, una abominación ante Dios. Uno pasa a ser el
instrumento de poderes maléficos pensando que solo se trata de un juego... Uno
queda atado y se vuelve esclavo.
El
ocultismo estaba presente en nuestra familia sin que nos diésemos cuenta. Era
como si una telaraña se estuviese tejiendo lentamente a mi
alrededor. Pero un día me reuní con un grupo de astrólogos y descubrí un libro
que me invitaba a hacer «oraciones astrológicas». Entonces comprendí en donde
me estaba hundiendo. ¿Cómo podía orar a los astros? A partir de ese momento
tomé la decisión de dejar el grupo.
Cierta
noche abrí una Biblia y leí por primera vez, en el evangelio según Juan, ese
pasaje en el que Jesús dice: “Yo soy el camino, y la verdad, y la vida” (Juan
14:6). Sentí escalofríos, y mis ojos se llenaron de lágrimas. ¿Qué había
sucedido?
Por
primera vez fui a una reunión cristiana. El Señor había preparado mi corazón. ¡Yo estaba sumida en la mentira, pero
el mensaje bíblico era claro! El siguiente domingo, sedienta de verdad, pasé la
tarde haciendo preguntas al predicador. Comprendí que todo lo que estaba oyendo
era la única verdad».
Jeremías 42
- 1 Corintios 15:29-58 - Salmo 104:27-35 - Proverbios 23:1-3